Taxi Driver

Imagina que caminas por calles peligrosas en las noches. La soledad y la monotonía de la ciudad te han transformado, la gente te inspira desconfianza y apatía, no has podido dormir desde que… no recuerdas desde cuándo. Eres un paria noctívago. Tu razón, la única que conoces, te dicta que en lugar de buscar ayuda te consigas un trabajo. Te han enseñado que el trabajo cura, enaltece. Por eso ahora estás frente a este tipejo tras de su escritorio, que te pregunta por qué demonios quieres trabajar en un horario tan canalla y en las peores zonas de la ciudad, que si sufres de insomnio mejor vayas a ver cine porno. Tú, impávido, cuasi gesticulando, contestas que eso ya lo has intentado.

 

Te han dado el trabajo. Sales a las calles pero ahora montado en un carro. Ves los anuncios luminosos pasar ahora de diferente manera, en los espejos laterales. Ves a la escoria que crece en las banquetas, en las esquinas. Entonces un grito que pronto te será familiar llama tu atención: ¡Taaxiii! Te has convertido en todo un chofer de; ubicándonos en las calles de Nueva York serías todo un Taxi Driver.

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