La iniciativa sobre marihuana es un distractivo Político

Por: Pascual Raúl Zárate gil

Aquí Puebla, desde Londres. 30 abril 2016- El Presidente EPN ha caído a un bajo nivel de credibilidad y apoyo del pueblo mexicano. Qué se puede esperar, los mexicanos debemos acostumbrarnos a que cada sexenio sucede lo mismo desde hace más de treinta años. Parece como si nuestros gobernantes hicieran las cosas a propósito para que al país y a la mayoría de la población les vaya mal, y solo a los banqueros, a los grandes entes monopolicos multinacionales y nacionales les vaya muy bien, con ganancias cuatro y cinco veces superiores al PIB. Siempre crecen y ganan más que el grueso de la economía nacional, lo que les hace decir, al unísono de los gobiernos, que la macroeconomía es estable y prometedora, pero se oculta y calla la propagación inmensa de la pobreza, la miseria y el desempleo, el desastre social y de la microeconomía.

A pesar de ir apenas a un poco más de la mitad de su mandato la administración del gobierno federal y de los 32 gobernadores del país se presenta desastrosa, ya cansada, sin idea ni imaginación y sin esperanza de renovación para que las cosas cambien. Las malas propuestas, leyes, proyectos y acciones parecen estar encaminadas a mantener la nave a flote sin avance.

Es un hecho, por ejemplo, que la economía ya no crecerá ni 3% en 2018; mientras que en 2016 y 2017 serán años con muchas calamidades y riesgos recesivos. Los déficits públicos se disparan, crece el endeudamiento, las finanzas públicas se debilitan, a PEMEX siguen hundiéndolo y simulando rescates con que nada tienen que ver con su enorme endeudamiento al que lo ha abismado el mismo gobierno. En contraste, el sistema bancario mexicano presenta un crecimiento y utilidades de 11% en relación con el mismo primer bimestre del año pasado, en tanto la industria automotriz se precipita hacia la baja en la producción y en sus exportaciones.

Una administración que irónicamente sigue las prácticas de apertura económico, que sigue firmando tratados de libre comercio, algunos bajo cortinas, continua abriendo la economía y entregándola y enfrentándola a una competencia desleal y desventajosa, proceso que tiene ya más de 30 años de apertura sin visión por el interes general y mucho menos una corección en el camino, que aprendea de los errores. México entregándose inexorablemente a una globalización que engulle la economía nacional y sus principales fuentes de riqueza ahora en manos de los grandes consorcios multinacionales, incluido el petróleo.

El remate de PEMEX y de la industria energética nacional es la cereza del pastel de las reformas estructurales que siguen sin dar ni siquiera una parte de los rendimientos que se les atribuían antes de realizarse. La reforma financiera es otro ejemplo de fracaso, pues el dinero y el crédito siguen siendo de los más caros del mundo, y sobre la pobreza de millones de cuentahabientes y usuarios de los servicios bancarios pesan las enormes utilidades de la banca extranjera en México que ha hecho de nuestro país el más generoso filón de donde dimanan sus enormes utilidades, que convierten e México el país de sus mayores ganancias en todo Latinoamérica. Y el gobierno no hace nada por evitar que los bancos sigan sangrando a los tarjetahabientes con recargos e intereses y comisiones de 40 y 60%.
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Las políticas económicas continúan sumidas en el error; y no hay ni capacidad ni voluntad de reacción, reconocimiento de los yerros ni giros ni cambios que enderecen la situación. Mientras le siga yendo bien a los grandes capitales no habrá quejas contra la economía mexicana. Por eso Peña Nieto y su equipo y los gobernadores de las entidades federativas en insisten caminar por el camino incorrecto mientras a ellos y a las elites económicas les den buenos resultados.

El narcotráfico es una tragedia nacional, es uno de los peores males infernales que sufre el país; a diario hay decenas de muertos, decapitados, destazados, ultimados, levantados, secuestrados en todo el país, casi ningún estado se salva de esta situación. Y todos los gobiernos han optado por ocultar o disimular, con la complicidad de los medios de comunicación, la tragedia de la mortandad y la violencia que ya se volvió costumbre y los mexicanos han perdido la capacidad de alarma y angustia ante tanta desgracia.

El modelo Colombiano se adoptó y sigue practicando, que no es otra cosa que la guerra declarada, frontal contra y entre los carteles y mafias del crimen organizado. Muy tarde se ha dado cuenta señor presidente de que la guerra frontal estaba equivocada, era un grave error, pero al menos hay visos de cambio con la iniciativa que acaba de enviar al legislativo para un giro en la estrategia de dejar de criminalizar el consumo y ver el tema de las drogas desde el punto de vista de los derechos humanos y su tratamiento como un problema de salud pública. No es más que un cambio débil y vacilante, pero al menos ya se parece más a la estrategia de Estados Unidos de prevenir, tratar y curar las drogadicción en vez de hacerla punitiva.

Con el boom de redes sociales y el avance tecnológico la transmisión y publicación de información se hace en segundos. Las filtraciones de hackers y periodistas independientes han ayudado a que la población ya no se trague, si es que algún día se tragó, todo lo que el gobierno declare y divulge a través de una propaganda basada en mentirs o verdades a medias.

No hay que dejar de reconocer que fue la Suprema Corte de Justicia la primera que realizó el cambio de paradigmas en el enfoque de las drogas, cuando puso por encima de la prohibición del consumo de la mariguana el derecho humano a no sufrir prohibiciones en tal sentido.

Ahora bien, si la legalización en el consumo de la marihuana y otras drogas permitirá su institucionalización, tardarán todavía muchos años para que los grupos criminales y los cárteles del narco renuncien a su enorme botín que son los mercados y los millones de consumidores que abastecen en todo el mundo. Eso si el cambio que se acaba de dar es solo un anticipo de lo que será un nuevo régimen abierto y total al consumo de drogas, a su producción, distribución y comercialización e industrialización.

Se trata de un paliativo a la guerra sangrienta contra el narcotráfico, un desvío de la atención sobre el problema central del tráfico de drogas, no se trata de una solución, de un punto final a la guerra fratricida que ha puesto a la deriva la seguridad nacional que conduce siniestramente Estados Unidos, lo que está haciendo el presidente Peña al ampliar el consumo de la mariguana de 5 a 28 gramos, y a darle un enfoque de salud pública no resuelve nada porque el país no esta preparado con hospitales ni centros de tratamiento y desintoxicación de los drogadictos. La medida es más bien un distractivo político en un momento de enormes problemas nacionales; no es una medida popular porque México no es un país de marihuanos.

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