México • La Policía Federal desalojó del Zócalo capitalino a los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, quienes desde el pasado 1 de mayo mantenían un plantón en protesta por la reforma educativa.
Tras varias negociaciones, la Secretaría de Gobernación puso como plazo a la disidencia sindical las 12 horas para retirarse del primer cuadro de la capital, a fin de que se puedan llevar a cabo los festejos patrios en los que el presidente Enrique Peña Nieto encabezará el Grito de Independencia.
Al conocer este plazo, algunos miembros del magisterio comenzaron a retirarse y levantar las casas de campañas que tenían en diversos puntos de la plancha del Zócalo, mientras que otro grupo se armó con palos y tubos, y empezaron a colocar barricadas en las calles del Centro Histórico.
La valla principal se colocó en el cruce de Venustiano Carranza y 20 de Noviembre, donde incluso trasladaron un trascabo que realizaba obras en la Catedral Metropolitana y que fue utilizado por los manifestantes para reforzar esta barricada.
En esos momentos, los edificios gubernamentales aledaños desalojaron a su personal, como fue el caso del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, sede del Ejecutivo local, al tiempo que los comercios cerraban sus cortinas.
Enseguida, aproximadamente a las 13:30 horas, el secretario de Gobierno del DF, Héctor Serrano, y el comisario de la Policía Federal, Enrique Galindo Ceballos, junto con autoridades del gobierno de Oaxaca arribaron a 20 de noviembre para dialogar con los dirigentes de la sección 22 y acordar las acciones a seguir.
Luego de unos minutos de diálogo, las autoridades pidieron de nueva cuenta a los integrantes de la CNTE retirarse del Zócalo capitalino a un lugar “menos emblemático” que el primer cuadro de la Ciudad de México para que se puedan llevar a cabo las celebraciones patrias. Para ello establecieron un plazo de dos horas, que concluía a las 4 de la tarde.
Serrano aseguró que incluso ofrecieron a los miembros de la disidencia sindical ayudarlos a trasladar sus pertenencias al lugar que se dirigieran; en ese momento se planteó el Monumento de la Revolución o las plazas Tolsá o Santo Domingo.
Antes de concluir el plazo, un grupo de integrantes del magisterio determinó que no retirarían su campamento del Centro Histórico e incluso advirtieron “en actuar en consecuencia ante una posible represión”, en tanto otras personas levantaban sus casas de campañas y partieron.