Solo el voto de los mexicanos pondrá fin a la antidemocracia de Partidos que se reparten el poder

Por Pascual Raúl Zárate Gil
PUEBLA, AQUÍ DESDE LONDRES. Pese a unas campañas electorales partidistas que se han caracterizado por su monotonía, ausencia de pasión, atractivo e interés público.
Sin ideas, propuestas, sin voluntad de cambio de modelos, de paradigmas, de patrones ya desprestigiados por su ineficiencia y efecto negativo a las mayorías nacionales. Campañas que no van más allá de las patrañas burdas y engañosas que se repiten cada tres años, con los mismos señuelos y anzuelos ilusorios e inalcanzables para la sociedad; y pese a las campañas de lodazal, ataques, denuestos y denigraciones mutuas, propios de una democracia abortada, estamos en el umbral del 7 de Junio para ejercer o no libremente nuestro voto.

El voto que si se emite deberá ser reflexionado y crítico, destinado a crear conciencia de lo que quiere la sociedad que sea el gobierno y lo que debe hacer para sacar a este país del atraso educativo, del estancamiento económico, de la miseria social, de la dependencia económica. Votar es una obligación, pero para qué votar si todas las ofertas no representan ninguna de las aspiraciones, necesidades y requerimientos populares. ¿Votar, para qué?.

La obligación de salir a votar es un verdadero dilema. Hacerlo por las desgastadas derechas que tienen al país y a la nación en la ruina económica y el caos delincuencial, no a una opción válida. Igual en aquella porción de la izquierda que sirve con sendas manos a las derechas, y no alcanza a ser centro, no es nada en el entramado ideológico político de este país. Es obvio que hablamos del PRI, PAN y PRD. Lo único y lo peor de la partidocracia.

Estas elecciones intermedias son demostrativas del hartazgo de una nación desesperada por sus insatisfechas necesidades, las principales el empleo y salarios dignos. Por eso la bajísima o nula popularidad de los candidatos.

De poco o nada sirvió la desaparición del IFE, la realización de una reforma electoral, la creación del INE para seguir nadando en el mismo fango de las impunes, corruptas violaciones a la recién inaugurada legislación electoral.

Primero en el unipartidismo durante una larga actuación de casi 50 años, dizque democrático ahora en la era de la ficción pluripartidista desde hace más de tres décadas. Cada periodo se repite la misma historia de los sobregastos archimillonarios de campañas, de compra de votos, del acarreo de votantes, del fraude en las urnas, de la compra de los partidos de representantes de casillas de otros partidos para tener vía libre al relleno de urnas electorales con votos fraudulentos. Las minorías u oligarquías partidistas y en el gobierno siempre terminan arrasando al instituto electoral, ya sea por el abuso de poder o por la vía de la corrupción, llámese como lo bauticen ellos mismos.

El deterioro del sistema mexicano, si es que en alguna elección nació y existe la democracia, es total. No hay democracia ni siquiera electoral, porque el voto es manipulado, pervertido, defraudado y clonado.

Los mismos partidos y los gobiernos han creado este engendro de democracia que abortan cada tres o seis años. Por eso es primordial que la ciudadanía entera salga a votar el 7 de junio.

Solo así se provocaría un gran cambio en que el pueblo ejercería su soberanía sobre los grupos de poder en los partidos y el gobierno que mientras más mal actúan y mal gobiernan, ganan más, provocando la indiferencia, el desconcierto, el desaliento y el desprecio de los ciudadanos por el ejercicio del voto. Tenemos gobiernos deslegitimados por puros votos comprados y acarreados o desnaturalizados.

Si bien las encuestas anuncian un histórico abstencionismo, el tripartidismo sufriría un duro golpe si es echado, contra votado por las grandes mayorías. Ahí empezaría la democracia y la vida de un gobierno legítimo. Desafortunadamente el “demos” (el poder del pueblo) es alejado de las urnas por los mismos partidos que solo buscan sus intereses; y el “krátos” (la oligarquía en el poder que no quiere dejar el poder), se legitima con el voto comprado y acarreado de las minorías. Y se autodenominan gobiernos democráticos.

Bajo nuestro sistema electoral, se utiliza la votación remanente para recalcular la distribución de la llamada votación nacional. No votar significa abdicar nuestro derecho a elegir y decidir quiénes deseamos que otros partidos nos representen bajo un esquema de representación proporcional.

Los diputados plurinominales, si ejercen sus facultades sin dejarse cortejar ni entregarse a los favores presidenciales ni de los gobernadores pueden jugar un valioso papel de contrapesos que haga valer la separación de poderes, eviten que los ejecutivos terminen avasallando a todas las voces disidentes, discordantes, y absorban al legislativo y al judicial.

Los votantes que sufragarán por opciones minoritarias como nuevas alternativas de fortalecer los contrapesos en la Cámara de Diputados, y el equilibrio de poderes, pueden generar eventos interesantes cercanos a la democracia si hacen valer los puntos de vista populares sobre los intereses de las oligarquías. .

Para MORENA, que se ha convertido en el único partido de oposición de centro-izquierda por su carácter nacionalista, será su gran oportunidad, si gana un buen número de diputaciones, demostrar en la Cámara de Diputados, si es portadora de un verdadero cambio que los mexicanos apoyen en el 2018.

Otro suceso interesante que acontecerá por primera vez y podría crear un precedente en el sistema político, es la incursión de candidatos independientes. Por ejemplo, El Bronco podría dar la sorpresa en el Norte, acerca del interés popular de sepultar a los partidos políticos, si es apoyado por múltiples sectores sociales.

La otra cara de este tema es ver si el sistema oligárquico los deja crecer. Es ley que un candidato sin una estructura electoral amplia, bien organizada y pagada y bolsas de millones de pesos a su lado, sencillamente es borrado de la contienda por los partidos que si tienen esos dos elementos; el PAN y el PRI, y el PRD en donde es gobierno.

El domingo próximo los ciudadanos pueden convertir los comicios, con su sufragio, en un laboratorio donde empiece a buscarse la fórmula de la democracia.

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