El director de cine Alain Resnais, uno de los ilustres de la “Nouvelle vague” y autor de películas fundamentales de la historia del cine como “Nuit et brouillard”, “Mon oncle d’Amérique” o “Hiroshima mon amour”, falleció anoche en París a los 91 años, han informado hoy sus allegados.
Resnais, nacido en la ciudad bretona de Vannes en 1922 (noroeste), falleció en la noche del sábado en París, rodeado de sus familiares, con lo que Francia perdió “a uno de sus cineastas más grandes”, según las palabras del presidente, François Hollande, al conocer su deceso.
Prematuro, prolífico y audaz en sus 78 años de carrera, el último de sus veinte largometrajes, “Aimer, boire et chanter” (2014), fue laureado con el Premio Alfred Bauer de la reciente edición de la Berlinale y con el Premio de la Crítica Internacional FIPRESCI de ese mismo certamen.
Son los dos últimos reconocimientos a una abrumadora trayectoria, nutrida con cinco premios César del cine francés (tres como mejor película y dos como mejor director), dos Osos de Plata de Berlín, tres galardones en la Mostra de Venecia, un BAFTA y un premio especial del jurado de Cannes, entre otros.
La esencia del cine de Resnais, el hijo de un farmacéutico acomodado de provincias al que se le recordará estilizado y con una poblada cabellera blanca, exploraba ritmos narrativos alternativos, montajes con cronología deconstruida e historias dentro de la historia, inspirada a menudo en la obra de un gran autor.
Compañero de viaje de François Truffaut y Jean-Luc Godard, se le considera un exponente de la “Nueva Ola” del cine francés, aunque el director nunca se identificó con ese movimiento pues, entre otras cosas, no aspiraba a cambiar los medios de producción en el cine.
Uno de los trabajos más aplaudidos de Resnais, que destacaba especialmente por su habilidad como montador, fue “Nuit et brouillard” (1956), un documental sobre los campos de concentración nazis de la II Guerra Mundial considerada pieza clave de la historia del cine.
Esa cinta es “una referencia para comprender el drama de la deportación” en aquella contienda bélica, según la ministra de Cultura de Francia, Aurelie Fillippetti.
El artista fue, en palabras del primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault, el cineasta de “la reflexión, sobre la muerte y la resurrección, el amor y el deseo, la memoria y el recuerdo”.
Resnais se compró su primera cámara a los 13 años e inició su carrera rodando retratos de artistas y piezas documentales que aún se consideran “modelos de análisis estético y de eficacia emocional”, según el prestigioso crítico Jean-Loup Passek.
Su primer largometraje de ficción, “Hiroshima mon amour” (1959), se inspira en un texto de Marguerite Duras para trazar una poética historia de amor y muerte que le consagró como cineasta cuando solo tenía 37 años.
Pese a ser reconocida como una obra maestra desde el primer momento, su reflexión sobre la primera bomba atómica lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima molestó a Estados Unidos y provocó su retirada de la Competición oficial del Festival de Cannes.
En 1966, fueron las autoridades franquistas quienes atacaron en Cannes la presencia de “La guèrre est finie”, protagonizada por un comunista español cuyo guión escribió el ex comunista, antifranquista, figura de la resistencia a la ocupación nazi y futuro ministro socialista de Cultura de España Jorge Semprún.
Tras conocer la noticia de su muerte, el que será el próximo presidente del Festival de Cannes, Guilles Jacob, recordó en las redes sociales una frase del genial autor de filmes como “L’année dernière à Marembad” (1961), “Stavisky” (1974), “La vie est un roman” (1983), “Smoking No smoking” (1997), “On connaît la chanson” (2003), o “Les herbes folles” (2009).
“Hacer películas está bien, pero ver películas es mucho mejor”, decía Resnais.
En lo personal, el director no se prodigaba en los medios de comunicación. Se casó en 1969 con la que entonces era su ayudante, Florence Malraux, y desde los años ochenta vivía con su musa Sabine Azéma, con quien se casó en 1998.
Con información de Milenio y EFE.