Con la ausencia de algunos candidatos, líderes de su partido y del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, pero con la confianza de que triunfarán en las urnas, los perredistas cerraron ayer sus campañas para jefes delegacionales y diputados locales y federales en el Zócalo.
El acto –que se desarrolló bajo un cielo nublado– estuvo encabezado por los líderes estatales y nacionales del PRD, quienes junto con sus candidatos llenaron el presídium colocado frente a la Catedral Metropolitana.
Miles de simpatizantes del sol azteca arribaron a la plancha principal del Centro Histórico desde las ocho de la mañana procedentes de todas las delegaciones políticas; algunos lo hicieron con sus propios medios y otros en microbuses y autobuses estacionados en calles aledañas a este punto.
Los discursos empezaron a las 11 horas en punto, pero después de una hora y media y tras nueve oradores, los asistentes ya mostraban hastío; las banderas ya no se agitaban y las frases elocuentes de las últimas intervenciones al micrófono se quedaron sin porras ni respuesta de los perredistas.
Raúl Flores, líder del PRD-DF –quien dijo que había reunidas en el Zócalo 130 mil personas–, aseguró que “por primera vez en mucho tiempo” llegaba el PRD a esta simbólica plaza “sin caudillos, sin amos de la verdad, sin el yugo de la orden directa y la obediencia ciega”, sino con la fuerza representada en un gran colectivo de dirigencias delegacionales.
Sintetizó que el periodo de campaña en la ciudad de México (que empezó el 20 de abril y concluye el 3 de junio) “se caracterizó por tener un tono de verdadera contienda, no exenta de apasionamientos y debates intensos”, pero sin “niveles parecidos de violencia y descomposición, como lamentablemente se viven en muchas zonas del país