Palabra Libre / Juan Carlos Lastiri
México es un país reconocido a nivel mundial por su cultura y tradiciones de las cuales, en mucho se deben a su gran población indígena que aún preserva. Conforme al Censo de Población y Vivienda 2010, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó una población de 15.7 millones de indígenas en México. Existen 11.1 millones que viven en un hogar indígena, 6.6 millones son hablantes de lengua indígena y 9.1 millones no hablan lengua indígena y 400 mil de los hablantes no se consideran indígenas.
Uno de los rasgos característicos de la mayoría de los asentamientos de la población indígena, sea por razones históricas, económicas, sociales, por persecuciones o bien por los desplazamientos que han padecido y que los han excluido del desarrollo, es su gran dispersión territorial. De las poco más de 192 mil localidades del país, en 34 mil 263, 40 por ciento y más de sus habitantes es población indígena y, de ese total, casi 22 mil localidades tienen menos de 100 habitantes.
Tal parece que esta dispersión poblacional ha generado otra característica cuando hablamos de población indígena en nuestro país, su condición de pobreza. De acuerdo al último reporte del Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) se estima que el 73.2 por ciento de la población indígena está en situación de pobreza, es decir cerca de 8.7 millones de personas, de las cuales el 31.8 está en pobreza extrema y el 41.4 por ciento en pobreza moderada.
Por esto, en el marco de la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el Presidente Peña ha mencionado la importancia que tiene atender a este sector característico de nuestro país. En esta administración se ha buscado que los pueblos originarios sean parte del desarrollo de México; que los pueblos originarios no se queden atrás, rezagados; que los pueblos indígenas sean parte, por igual y de forma equitativa, del desarrollo que hay en todo el país. Y es por esto que se ha logrado que a través de distintos programas, actualmente se apoye a los pueblos originarios del país con una inversión superior a los 80 mil millones de pesos, lo que representa casi el monto destinado al programa PROSPERA, para darnos una idea del tamaño del recurso.
En apoyo a este gasto ayer se anunció por parte del Gobierno de la República que se llevará a cabo una estrategia de cobertura total para asegurar que 3 mil 250 comunidades de más de 100 habitantes tengan acceso a los servicios básicos de luz, agua y drenaje. Además de esto, el Presidente Peña reiteró que en el próximo periodo legislativo habrá de poner a consideración del Congreso de la Unión el Programa de Zonas Económicas Especiales, una política orientada para definir acciones específicas para cuatro entidades del país: Chiapas, Oaxaca, Guerrero y parte de Michoacán, en donde se enfrenta el mayor rezago social y por tanto, se busca que llegue ahí más inversión productiva que genere más empleos y que éstos sean mejor pagados.
Los problemas de acceso geográfico y la dispersión de los pueblos originarios han hecho que el rezago y la pobreza se hagan presentes en la mayoría de ellos. Esto no es una condición irrompible y por tanto el Gobierno de la República está impulsando una estrategia que focalizará acciones para abatir las carencias básicas de muchos de los indígenas del país, y en donde la coordinación entre órdenes de gobierno resulta indispensable en un trabajo articulado tanto por Sedesol como la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), se consolidará la creación de las zonas económicas especiales que generen empleo y mejores ingresos a estos grupos de población y en general, a los más vulnerables.
Recordemos que los pueblos originarios del país representan prácticamente el 10 por ciento de la población total de México; es decir, uno de cada diez mexicanos tiene origen en alguno de nuestros pueblos indígenas, por lo que representan el alma ancestral de nuestra Patria.