Fuente: EFE
Tras innumerables manifestaciones por una reforma migratoria y el fin de las deportaciones, poco ha cambiado en Washington. Pero Javier Luna está este jueves de nuevo protestando, un “último esfuerzo” para que el presidente Barack Obama actúe en el asunto.
Al tiempo que crecen las expectativas entre los inmigrantes por que Obama decrete un respiro a los once millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, Javier y otros 130 manifestantes se hacían arrestar a las puertas de la Casa Blanca. “Son los últimos esfuerzos que se están haciendo para presionar al Ejecutivo, para que con una orden Obama pare las deportaciones”, dijo a la AFP este joven estadunidense de origen peruano.
Con pancartas que leían “No deporte a las trabajadoras” y “Ésta es una nación de inmigrantes”, decenas de activistas e inmigrantes, principalmente latinoamericanos, marcharon hacia la mansión presidencial desde la sede de la agencia inmigratoria (ICE, por sus siglas en inglés).
Luego 138 se separaron del grupo y se sentaron en la acera, esperando, uno por uno, ser esposados y embarcados en una camioneta de la policía. La cifra de arrestos era la más alta durante una protesta proinmigrante que recordaba una activista. Los arrestos, que por lo general son pacíficos y duran unas horas, son parte del arsenal de tácticas altamente visibles del movimiento proinmigrante.
Acribillada por el sol del fin del verano boreal, la manifestación en Washington fue el centro de una jornada de protesta bautizada “El día decisivo”, ante la promesa de Obama de no postergar su decisión después del inicio del otoño. “Ya basta, es el colmo que no haya ninguna acción del presidente Obama para frenar la situación que enfrentan familias de migrantes”, criticó Ana Sol Gutiérrez, legisladora estatal de Maryland (este), momentos antes de ser esposada.