EL voto latino será decisivo en las elecciones estadunidenses

Por: Pascual Raúl Zárate Gil

Aquí Puebla, desde Londres. Cambiar la página. Es lo que deberíamos hacer en las próximas semanas y estar pendientes de los verdaderos problemas actuales que México enfrenta. Si bien no se puede desestimar o minimizar los impactos y efectos de la visita de Donal Trump como riesgo potencial para el país, no deja de ser un personaje de caricatura que sabe vender el odio social y levantar el racismo irracional basándose en hechos insustentables y mal generalizados.

Los grupos opuestos a su visita alzan las manos para reclamar, cuando en otras ocasiones han sido opacos y temerosos al gigante del Norte, y en otros temas en los que han ido de por medio los intereses nacionales, como por ejemplo la reforma energética en la que todos los partidos fueron cómplices y ahora reclaman el más acendrado nacionalismo patriotero para denostar al presidente por su desliz diplomático, y quieren aparecer, dar una cara que nunca han tenido, la de mexicanos en toda forma.

En el hipotético caso que Trump ganará la presidencia norteamericana, el presidencialismo en ese país no es igual al presidencialismo mexicano en el que se convierte en una verdadera dictadura autocrática. En ese país existen intereses corporativos multinacionales que hacen un lobby muy duro, que decir de Wall Street (que en ocasiones parecieran los que realmente ponen el ritmo económico de la nación), y que decir del Congreso en donde los dos partidos siempre representan una oposición verdadera al presidente.

La realidad es que una vez en el gobierno muchas propuestas de Trump no serán fáciles de materializarse, porque está de por medio el Congreso estadunidense un poder paralelos y superior al presidencialista si no cuenta con el apoyo de la mayoría de los representantes populares.

A simple vista pareciera diplomáticamente audaz la decisión de algunos miembros del gobierno al buscar el acercamiento con el candidato republicano. La desgracia recayó en cómo se implementaron los preparativos, la logística ideológico política y propagandista para sacarle el provecho que se ambicionaba por el gobierno de Peña Nieto. Se cometieron muchos errores, el principal, el de la decisión de salir a hacer declaraciones a medias, sin dejar en firme la posición del gobierno mexicano frente a las propuestas electorales de Trump ante el pueblo mexicano, a sabiendas de que el republicano es un tramposo y un mentiroso que anda en campaña en busca de votos más que de acuerdos que todavía están muy lejos de su posición de candidato.

Pero la diplomacia así es, es habitual el doble lenguaje, uno son los acuerdos confidenciales que se pactan, otro lo que se declara a los pueblos cuya opinión pública no está sensibilizada para asimilar y entender que este tipo de encuentros son para limar diferencias y buscar vías de entendimiento, de coexistencia y contemporización, cuando hay divergencias de forma y de fondo e intereses que chocan en las posiciones bilaterales. Si no para qué sirve la diplomacia, para poner de acuerdo a los desiguales, a los polos opuestos, evitar guerras y confrontaciones de peores consecuencias.

Pero ese punto nadie lo quiere ver ni analizar, y el precio que está pagando Peña Nieto por estas fallas de logística más que de estrategia son mayúsculos, entre otros los de haber tenido que prescindir de su mano derecha, de su principal hombre de confianza y del hombre pensante del gabinete, Luis Videgaray, quien renunció a la Secretaría de Hacienda y no fue enrocado a otra posición en el gabinete, seguramente porque se le convertirá, como estaba planeado, en el candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México.

Ahora Donald Trum , quien sigue capitalizando lo que ocurre en México en favor de su campaña, es quien reivindica a Luis Videragary el artífice de su visita a México, y asegura que “si hubiera podido trabajar más con él habrían cerrado acuerdos “maravillosos”. En dos mensajes publicados en su cuenta oficial de Twitter, Trump reaccionó a la renuncia de Videgaray, un hombre de confianza del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que fue el principal impulsor de la visita del candidato republicano a México la semana pasada, una idea repudiada por buena parte de la población del país.

“México ha perdido a un ministro de finanzas brillante y a un hombre maravilloso que yo sé que tiene todo el respeto del presidente Peña Nieto”, dijo Trump y añadió: “Con Luis, México y Estados Unidos habrían llegado a acuerdos maravillosos juntos, acuerdos que habrían beneficiado tanto a México como a Estados Unidos”.

Luis Videgaray denostado en México, es reivindicado por Trump, lo que quiere decir que debajo del traje primitivo de bárbaro fascista, Trump no deja de ser un hombre agradecido. Y eso es bueno o será positivo para México en caso de que el republicano llegue a la Casa Blanca, no olvidará que en México, en su visita a México, inició el repunte y la recomposición de su campaña. Entonces Luis Videgaray se convertirá en un ábrete sésamo en la Casa Blanca.

Por eso no deja de mirar hacia lo que ocurre en México luego de su visita, aunque nunca ha hablado del odio, el coraje y la condena que provocó su visita a este país. No lo hace ni lo hará porque así le conviene que los estadunidenses no sepan que los mexicanos lo repudiamos y lo odiamos, como repudiamos y adiamos todas las invasiones y agresiones, y que sus gobiernos nos hayan arrebatado medio territorio nacional.

No hay errores perfectos ni aciertos perfectos, unos y otros tienen consecuencias colaterales positivas y negativas, pero en México los adversarios políticos de Peña Nieto quieren verlo sumido en su tumba política para empezar a festinar su derrota en las elecciones del 2018. Quieren el poder, no servir a México.

Trump empieza a reconocer a amigos en México. Y al presidente Peña no todo le salió mal, como afirman la mayoría de sus críticos, afirmando que ni quedó bien con el republicano ni con la candidata demócrata Hilary Clinton, quien se ha negado a visitar México.

Por otra parte, cuáles son las diferencias entre Clinton y Trump y sus semejanzas? La semejanza es que los dos son políticos que basan sus campañas en promesas que no cumplirán o lo harán a medias; en promesas que una vez en el poder se complican por todos los poderes que hay de por medio, como son los capitales trasnacionales que dominan y controlan a los gobiernos, las propias cámaras de representantes que equiparan en poder al presidencialismo, y lo que son los ejes hegemónicos políticos, económicos y militares, roles que controlan, inhiben, reducen a su justo poder y posibilidades al presidente del país más poderoso del orbe.

La diferencia es que el republicano juega al racismo, a culpar a los migrantes, contra el libre comercio, contra el hecho de que las fábricas estadunidenses sigan migrando hacia México y otras latitudes llevándose los empleos; mientras que Hilary observa un discurso más moderado, conservacionista y conciliador que no deja de servir a los grandes intereses trasnacionales y capitales financieros que controlan y dominan al mundo, y a la conservación del actual orden económico globalizador y neoliberal, pero juega también a una política migratoria más conciliatoria que no habla de deportar a 11 millones de indocumentados.

Por eso el Latin Power será decisivo para las próximas elecciones en Estados unidos, pues asciende a 15.15 millones. En 2004 Geore W. Bush ganó con 44% el voto Latino; en 2012 Barack Obama con el 71%. Por ahora Hilary Clinton cuenta con el 67%. Esperemos que después de la ninguneada visita de Trump el voto latino se incline más por Hilary Clinton.

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