Este Jueves Santo el papa Francisco I continúa con los ritos de la Semana Santa y ofició la misa Crismal en la basílica de San Pedro.
El papa Francisco recordó hoy a los sacerdotes la necesidad de las “hermanas” pobreza, fidelidad y obediencia para conservar la “alegría sacerdotal”, durante la homilía de la misa Crismal del Jueves Santo que celebró en la basílica de San Pedro.
En la misa del Jueves Santo, como recordó el papa argentino, se rememora “el día de la institución del sacerdocio y de la propia ordenación sacerdotal” y por ello su sermón estuvo dedicado a cómo deben comportarse los sacerdotes.
El Papa Argentino presidió la misa en la que concelebraron varios cardenales y obispos presentes en Roma para la Semana Santa, así como cientos de sacerdotes que ocuparon las primeras filas de la basílica vaticana.
El Papa habló en su homilía de la “alegría sacerdotal” y explicó “que ayuda en los momentos de apatía y tristeza que sobrevienen”, momentos por los que el pontífice también ha pasado, como él mismo desveló.
“Incluso en los momentos de tristeza, en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces nos sobrevienen en la vida sacerdotal (y por los que también yo he pasado), aun en esos momentos el pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría”, dijo.
Francisco explicó que “la alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios”.
El papa también destacó que el sacerdote “sin Cristo” es un “hombre pequeño”.
“Creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: y que la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza. Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas”, señaló.
El papa también bendijo los tres jarras de plata en las que se encontraban los óleos para la unción de los catecúmenos, la unción de los enfermos y el crisma, y que se utilizan para ungir a los que se bautizan, a los que se confirman y para la ordenación sacerdotal.
Con información de EFE y Milenio.