Excélsior
LOS ÁNGELES, 17 de diciembre.- En Hollywood, como en todas partes, hay jerarquías que existen sin estar escritas pero se perciben cuando los obreros del cine se dejan ver en sus desfiles de alfombras rojas donde además de llamativos vestidos se lucen los invisibles galones que demuestran quién es quién en esa industria.
Un espectáculo de cámaras y flashes, invitados desconocidos, profesionales respetados y rutilantes estrellas cuya fama suele exceder a su talento y que representan la cúspide de una sociedad de clases, donde el negocio se impone al arte, que vive de proyectar un ideal inalcanzable a una audiencia que quiere soñar despierta.
Ese mundo de luces, maquillaje, cirugía y cartón-piedra, tiene también su propia realeza, una sin coronas, ni cetros, ni palacios, y que tampoco se hereda, que se gana siendo tan protagonista en la gran pantalla como en las portadas de las revistas.
Esa circunstancia permitió el ascenso a ese trono ficticio de un actor de Oklahoma llamado Brad Pitt que cumple 50 años, el 18 de diciembre, y que a pesar de su sangre plebeya -su padre era empresario del transporte y su madre conserje-, supo abrirse camino en la meca del cine con tenacidad y una cara bonita.
De hombre pollo a sex symbol
Lo hizo desde abajo y tuvo que compaginar sus primeras audiciones con empleos de chófer, camarero, guarda nocturno e incluso disfrazado de pollo como reclamo de una cadena de comida rápida.
Aunque era el chico guapo, condujo su carrera a base de dramas, acción y suspense. Muchos más crímenes que escenas románticas le alejaron del perfil de galán tradicional.
Fue el ladrón seductor de Thelma & Louise (1991), papel que consiguió de rebote tras renunciar Billy Baldwin, el que le dio el empujón que necesitaba para hacerse notar. Encadenó dos thrillers en 1993, Kalifornia y True Romance, para finalmente dar el paso definitivo en Hollywood con Interview With The Vampire: The Vampire Chronicles (1994).
Ese largometraje escenificó el cambio de un ciclo. Coincidió en pantalla con Tom Cruise, aun en plenitud, y al que pronto usurparía el rol del más deseado de Hollywood, algo a lo que contribuyó su personaje en Legends Of The Fall.
Pitt fue la primera persona en ser nombrada dos veces el hombre más atractivo del mundo por People. Primero en 1995, después en 2000, el año en el que su matrimonio con Jennifer Aniston daría mucho que hablar.
Durante ese lustro encadenaría éxitos como Se7en, The Devil’s Own, Seven Years In Tibet y Fight Club, y en 1996 acallaría a quienes seguían admirando solo su belleza y no su trabajo al conseguir la candidatura al Oscar por Twelve Monkeys.
Con la entrada del milenio Pitt era ya un gigante. Comenzó sus frecuentes colaboraciones con su amigo George Clooney, como la saga Ocean’s y apostó por la épica Troy convertido en el héroe Aquiles, aunque el proyecto no cumplió con las expectativas en taquilla.