Arte y pueblo, homogeneidad antorchista

Por Adrián Salazar

Es serio. Tiene una mirada que encaja como arpón de acero, un rostro maltratado por la pintura con la que frecuentemente lo cubre, una barba un poco desalineada. Su imagen se desfase con su edad de apenas 27 años y parezca mal encarado.

Refugiándose en una sonrisa tímida, Gilberto Dávila Camelo da cuenta, orgulloso, de las medallas de primer lugar que ha conseguido en los últimos años como declamador.

La más reciente la obtuvo en la pasada Espartaqueada Cultural que organizó el Movimiento Antorchista, donde más de 14 mil artistas de todo el país se dieron cita en la edición 2015 con el objetivo de colgarse alguna medalla por llegar a las primeras posiciones.

Trabajando como payasito en los autobuses de la ciudad de Puebla, o “artista urbano”, como se les suele llamar de forma rimbombante a las personas que se dedican a esta actividad, ante la falta de oportunidades laborales bien remuneradas, sobrevive su familia y él, que la integran su esposa y su pequeño hijo de cuatro años de edad.

“El frijol”, como lo llaman conocidos y amigos donde vive, en esta Espartaqueada 2015 participó por partida doble en la disciplina de poesía. La primera fue en la categoría Libre campesino popular, con “La elegía del órgano”, del poeta peruano José Santos Chocano. Interpretación que le valió el triunfo.

Mientras que su segunda participación fue en modalidad coral, misma categoría, con “La balada de los ojos del fogonero”, del poeta checo Jiří Wolker. Ésta fue la segunda ocasión en que este grupo de personas de diferentes colonias populares de la región sur de la Angelópolis participó en una justa nacional artística.

Su primer triunfo lo consiguieron durante su participación en el Encuentro Nacional de Teatro de Antorcha, celebrado en el 2013 en el Teatro La Paz, de San Luis Potosí, donde el jurado calificador les otorgó mención honorifica por el trabajo desempeñado en la puesta en escena “Un pequeño día de ira”.

Al hablar del trabajo cultural que ha realizado en los últimos años a invitación del antorchismo, la sonrisa en rostro de Gilberto Dávila cobra fuerza, abandona la timidez y describe la sensación y los nervios de novato que siente cada vez que se para en un foro frente a miles de personas.

“Las piernas me tiemblan, se me anuda la garganta, se me va la voz; me dan ganas de bajarme”. Explica que cada año es más difícil, las poesías son más largas, lo que conlleva mayor trabajo de memorización. También son más difíciles de entender y de interpretar.

El reto es competir
En esta justa cultural, una de las disciplinas más vistosas es la de danza y baile, por su propia naturaleza; y es aquí en donde más se nota la “competencia sana”, afirma Clara Rivera Escamilla.
“Los grupos nacionales culturales de Antorcha se preparan todo el año, porque saben que no sólo representan al estado de Puebla, sino a todo el antorchismo en general”. Y aunque, dice con una sonrisa tímida, casi siempre nos hemos llevado los primeros lugares, hubo ocasiones que nos llevamos un segundo o un tercero.

Este año ganaron el primer lugar en coro categoría libre estudiantil así como en danza y baile, categoría semiprofesional; mientras que en la modalidad dueto en música se adjudicaron las dos primeras posiciones también en semiprofesional.

Estos grupos, aparte de participar en la justa nacional, tienen la responsabilidad de presentar el evento cultural de inauguración, por eso trabajan de marzo a enero en los trabajos que presentan en la Espartaqueada.
Aquí la competencia es sana. Siempre con el ánimo de mejorar y no el de rivalizar. “La calidad de los demás grupos es bastante”, afirma Clara Rivera.

La célula cultural

La visión de estos jóvenes sobre la Espartaqueada Nacional Cultural es educar artísticamente al pueblo pobre de México, acercarles la cultura para crear hombres sensibles a los problemas que aquejan a la sociedad, a esto se suma la falta de artistas que lleven este trabajo a los diferentes puntos del país, incluso a las zonas más alejadas y presentar trabajo de calidad.

Para Rivera Escamilla esta estructura es como una célula que se multiplica, puesto que a los integrantes de la compañía, una vez que culminan sus estudios profesionales, son enviados a otros estados con la misión de realizar trabajo cultural al servicio de las clases proletarias.

El grueso de las filas de los grupos nacionales de la organización son jóvenes que se integran a través de dos canales: cuando estos artistas antorchistas llevan arte a las zonas más alejadas donde difícilmente podía acceder a muestras de arte de tal calidad, muchos jóvenes se acercan a ellos con la intención de unirse a dichas actividades. Y a través de los estudiantes del Instituto de Artes Macuilxochitl, donde se profesionalizan estudiando las licenciaturas en danza folclórica mexicana y en expresión artística.

La cultura, el rostro afable

En Balcones del Sur también vive Hilda Vergara Hernández, empleada administrativa en la actual administración del ayuntamiento de la ciudad de Puebla, y para ella el trabajo cultural que realiza Antorcha es muy importante, porque “concientiza y sensibiliza”.

Pese a tener 28 años viviendo en esta colonia, el verdadero contacto con la organización comenzó no hace más de dos años; “Antorcha no sólo se preocupa, se ocupa en atender las carencias del sector que sean”.
Conoce de cerca el largo y duro viaje que recorren los artistas para poder ganarse su lugar en el escenario de Tecomatlán durante la Espartaqueada. Al referirse a la fase de desempate que se realizó en Puebla, entre quienes resultaron ganadores en la eliminatoria estatal colocándose en el primer lugar, “hubo mucha calidad; y yo me preguntaba ¿cómo sería a nivel nacional?”, comenta con esa forma elegante que la caracteriza siempre al entablar una conversación.

Su participación en la presentación de la poesía coral “Balada de los ojos de fogonero”, del poeta checo Jiří Walker, se debió a la invitación expresa de la regidora capitalina Rosario Sánchez Hernández, integrante de la Comisión de Turismo, Arte y Cultura, quien también es responsable del trabajo antorchista en el sur de la Angelópolis.

“Representar a Puebla es muy bonito”, y el trabajo intenso que realizaba tres veces por semana por tres horas, al igual que los cerca de 80 vecinos, se vio recompensado con la medalla de primer lugar.
El arte al ser una forma de transmitir sentimientos para Vergara Hernández la hizo aceptar la invitación por el gusto que en ella hay desde temprana edad hacia la poesía. Participó, durante la secundaria, en concursos de poesía, teatro y oratoria.

“Esta poesía de Jiří Walker florece la sensibilidad artística de los colonos, de gente ordinaria que trabaja, atiende un hogar, a los hijos, y que nos damos tiempo para cultivarnos en el arte; esta poesía, es un reflejo de la realidad”.
Uno de los méritos más importantes que tiene Antorcha, es que pese a no contar con recursos económicos como el gobierno, lleva cultura a donde haga falta, y sin fines de lucro, reconoció.
Sin embargo, en el panorama actual por el que atraviesa el país, “todos necesitamos a Antorcha; es una organización con una estructura firme y fuerte, tiene objetivos claros y realiza una tarea loable”.

Espartaqueada, proyecto cultural de Antorcha

La Espartaqueada Cultural, igual que todos eventos que organiza Antorcha, es un evento no gubernamental que por el número de participantes se coloca como el más importante a nivel nacional. Se realiza en dos foros: uno en el auditorio principal Clara Córdova y otro alterno, para poder dar salida a todos los participantes.

El trabajo conjunto entre Antorcha y las autoridades municipales de Tecomatlán han hecho de “La Atenas de la Mixteca” el lugar propicio para dar cabida a todas las expresiones artísticas sin ningún afán de lucro.
Preparatoria Lázaro Cárdenas de Cuautitlán en el Estado de México. Año de 1986. Antorcha realizó el primer encuentro con unas cuantas decenas de participantes, parecía, como todas las grandes realizaciones en la vida, un sueño. Hoy miles de personas llegan a Tecomatlán para participar en la Espartaqueada, y habría que sumar, sin duda, lo miles más que compiten en las eliminatorias seccionales y estatales.
Soledad Solís Córdova, dirigente antorchista en el estado de Morelos, define la actividad cultural de la organización como un trabajo para encauzar el gran potencial que tiene México en sus diferentes manifestaciones del arte y de la cultura popular.

“Se trata de motivar y sensibilizar a las niños y jóvenes para que sean hombres y mujeres de una gran calidad humana, no embrutecidos por el alcohol y las drogas sino embebidos por las más altas notas que ha alcanzado el espíritu humano”.

Por eso Antorcha –afirma- apuesta por el arte, porque es apostar a que el hombre no sea más lobo del hombre, es engrandecer el espíritu, alimentarlo de notas musicales, de ritmos y expresiones corporales, en fin, de belleza artística, pues bien miradas las cosas, el arte va más allá de su tiempo y está cargado de futuro.

Ahora, a 29 años de distancia, es un acto político para impulsar la práctica y el disfrute del arte entre las clases trabajadoras y sus hijos, para proclamar que la educación artística, mucho más que las leyes y las balas, es el camino seguro y efectivo para crear a un hombre nuevo, honrado, trabajador y solidario y que todos los regímenes que lo desprecian, lo elitizan o lo envilecen, o todo junto, son enemigos de la alegría y la superación del hombre, explica el Coordinador de la Dirección Nacional de Antorcha, Omar Carreón Abud.

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