Alfabetiza BUAP A 19 mil poblanos en Sierra Norte

Cerca de 19 mil poblanos que no tuvieron acceso a la educación a una edad temprana, aprenden a leer y escribir gracias a la Cruzada de Alfabetización, programa estatal en el que la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla participa con presencia en 58 municipios de la entidad.

Con el objetivo de abatir el analfabetismo en el sector adulto de la población, la Cruzada de Alfabetización inició en abril del 2011 por iniciativa del Gobierno del estado. La BUAP es una de las instituciones que se sumó a este proyecto desde su nacimiento y mientras en 2011 inició esta labor en un sólo municipio, actualmente alfabetiza a adultos de 58 municipios de Puebla.

Felipe Burgos Morales, coordinador en la BUAP de este programa, indicó que las experiencias que se dan dentro de la Cruzada de Alfabetización son para iniciar a los adultos en las letras; se enseña a leer y escribir tanto en su lengua materna como en español. Él es uno de los 3 mil 66 entusiastas colaboradores de la Institución que trabajan desde las regiones más privilegiadas geográficamente hasta las más distantes del estado.

Magia en el lugar de los cajetes

Caxhuacan, el lugar de los cajetes, es uno de los municipios de la Sierra Norte de Puebla en donde se habla totonaco. Ahí, como en otros sitios más, la BUAP tiene Círculos de Estudio: grupos de no más de diez personas que se reúnen en improvisados salones para aprender a leer y escribir tanto en español como en totonaco. Generalmente es en las habitaciones de las casas donde, según los propios educadores, “se hace la magia”.

En estos grupos, de acuerdo a lo señalado por Brugos Morales, participan personas de entre 30 y 75 años de edad, con mayor interés del sector femenino.

Los magos de este proyecto son los Asesores (así es como el proyecto denomina a los responsables de impartir el conocimiento a los analfabetas: sus Educandos). De acuerdo con el coordinador estatal de la Cruzada de Alfabetización en la BUAP, son 2 mil 655 Asesores quienes combaten el rezago educativo a lo largo y ancho de 58 municipios.

Lourdes Hernández Sarmiento es una joven Asesora de 19 años de edad, vive en Caxhuacan y tiene como alumnas a su madre, Natividad Sarmiento Sánchez y a su abuela, Josefina Sarmiento Hernández. Las tres presumen los avances obtenidos por su esfuerzo pues muestran los cuadernos que plasman con débil trazo las palabras en totonaco ya aprendidas: Torta, tía…

Josefina es la partera más prestigiada de la comunidad; conocida como Sarmiento, se jacta de ser la madre de todo el pueblo pues ha ayudado en las labores de parto a casi toda las mujeres de Caxhuacan. Considera a todos los jóvenes como sus propios hijos incluyendo a algunos que ahora son sus Asesores, sus maestros.

Se entusiasma, pues quiere aprender a leer y escribir, tanto en totonaco como en español, para que en un futuro pueda asistir a los programas de capacitación de la Secretaría de Salud Pública y ejercer su vocación con más conocimientos. Expresó que ha trabajado durante años por el uso de su razón, no porque lo haya aprendido en la escuela. Habló en totonaco pues sólo puede entender el español.

Su caso es de un bilingüismo receptivo; la Cruzada trabaja con este tipo de bilingües, con bilingües iniciados y con monobilingües. Esta variación determina la duración del proceso de alfabetización que va de 6 a 8 meses para los hispanohablantes y de 12 a 14 meses para los hablantes del totonaco.

El programa usado en esta región es la metodología de la palabra detonadora en lengua indígena (totonaco), compuesta por tres momentos o módulos llamados mives (hablamos en español): maduración, introducción de las vocales y la introducción de la palabra generadora.

¿Cómo se enseña?

Mateo Vega Sánchez, quien también pertenece a la Cruzada de Alfabetización, explica que el programa fue diseñado desde 2010 por iniciativa del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), en colaboración con otras instituciones como la Dirección General Indigenista.

Vega Sánchez, por su experiencia de cerca de 20 años en el INEA y al ser hablante nativo del totonaco, participó en el diseño de los materiales didácticos bilingües y ahora colabora con la Universidad; “los amigos de la BUAP me invitaron a participar y estoy gustoso en hacerlo”, agrega.

Los Asesores de la Cruzada son generalmente jóvenes que estudian o han estudiado el bachillerato o la secundaria. Generan sus herramientas pedagógicas con creatividad, pues además de buscar el desarrollo de las habilidades de escritura y lectura en los Educandos, intentan que sus clases sean dinámicas y creativas: usan colores, recortes y cartulinas de papel para acompaña sus temas.

Sus estrategias son determinadas con ayuda de los Facilitadores (en los municipios con los que trabaja la BUAP colaboran un total de 345); son los encargados de acompañar a los Educandos y sus Asesores en los Círculos de Estudio para supervisar y proporcionar cualquier tipo de ayuda.

Su trabajo va más allá de la mera coordinación; José Francisco Vega García funge como Facilitador de ocho Círculos de Estudio: cinco en Caxhuacan y, en la comunidad de Cucuchut (a una hora de distancia), cuenta con otros tres. “Para llegar allá me las tengo que ver; tengo que encontrar la forma para estar al pendiente”, comenta Vega García, quien cursó hasta el cuarto semestre del bachillerato por tener que mantener a su familia, él es el hermano mayor.

Cuando la ocasión lo amerita, los Asesores y Facilitadores visitan a los Educandos en sus hogares. Factores como las jornadas de trabajo, la salud, entre otras, determinan el número de casos en los que resulta pertinente llegar a los domicilios para alfabetizar. Esto ejemplifica las dificultades para los procesos educativos en la región: el trabajo en el campo es uno de esos factores.

“Trabajo por ayudar a la gente pues la mayoría de mi familia es analfabeta. Cuando se me dio la oportunidad con gusto acepté y acá sigo trabajando”, dice Vega García sobre su trabajo: una labor que está en función de las necesidades y las horas de trabajo de los Educandos; los Facilitadores tienen que considerar este tipo de factores y al hacerlo se obligan a sí mismos a trabajar desde las cinco de la mañana en los fines de semana.

Los Círculos de Estudio son encabezados en cada municipio por un Coordinador; Bertha Vega Vega tiene esta función en Caxhuacan, proporciona los materiales escolares y las técnicas pedagógicas necesarias para el trabajo de enseñanza. Se reúne cada semana para trabajar con sus Facilitadores y dotarlos de herramientas y técnicas. “Soy licenciada en educación y tengo el privilegio de participar en el INEA; la experiencia que obtengo ahí me ha servido para trabajar en mi municipio”, afirma Vega.

No obstante, en las otras localidades también se busca lo mismo: cada semana los coordinadores municipales se agrupan por región para retroalimentarse sobre las prácticas realizadas y buscar las estrategias que mejoren el proceso de enseñanza.

Bertha Vega pertenece a la región de Zapotitlán de Méndez que integra siete municipios del norte del estado y es coordinada por Edgar Huerta Arroyo, quien señala que en esta zona trabajan 186 figuras operativas.

Para aprender no hay edades

La región Zapotitlán de Méndez atiende a 3 mil 44 personas, que por su condición social, trabajan el modelo indígena. Por ejemplo, en San Martín Ixtepec, un grupo de mujeres se reúne en las oficinas del Ayuntamiento Municipal Auxiliar para aprender a leer y escribir tanto en totonaco como en español. A este numeroso Círculo de Estudio asisten Josefa, mujer de 77 años de edad, y sus dos hijas. Para aprender no hay edades.

Esta mujer, la más longeva de la “clase”, comenta que cuando era niña deseaba aprender, no lo logró pues su papá aseguraba que las mujeres no debían estudiar. Su hija Teresa, a sus 55 años de vida, asegura que antes la escuela era más pesada; pretendía terminar su educación pero, así como en numerosos casos, las jornadas de trabajo le impedía hacer sus tareas: “al no cumplir, la maestra me obligaba a cargar la mesa un rato”, narra Teresa en totonaco.

Las 70 mujeres de este grupo están seguras de lo que quieren: leer y escribir. Ignoran las burlas y comentarios de quienes rumoran que “la gente que está ahí es porque tiene tiempo”. Sobre esto coinciden en la importancia de la organización: “primero la tarea, después la comida y por último las tortillas”.

No obstante, el panorama no es similar: en Ixtepec, cabecera municipal de esta localidad, las mujeres que desean participar en la Cruzada de Alfabetización se tienen que enfrentar a las actitudes machistas de sus esposos. En general, piden apoyos materiales y técnicos para que no se pare su proceso de enseñanza, “estamos felices porque finalmente podremos saber lo que está escrito en muchos lugares; podemos saber lo que firmamos”, concluyen las orgullosas totonacas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Entrada siguiente

Pasalagua aún es investigado: PGR

lun Abr 14 , 2014
A pesar de que la Procuraduría General de la República […]

Redes Sociales