Los robots hexápodos no son los tradicionales dispositivos con llantas u orugas, ya que éstos tienen extremidades que se pueden mover independientemente y obtener así acceso a zonas difíciles, irregulares y donde la vida del hombre estaría en peligro como es el caso de las minas, explicó Francisco Javier Islas Vera, alumno de la Facultad de Ciencias de la Electrónica (FCE) de la BUAP.
Basado en esta idea, el estudiante diseñó su propio dispositivo con el cual participó en la Expo Ciencia, Electrónica y Telecomunicaciones, XPOCET 2014, organizado por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, concurso donde consiguió el primer lugar en la categoría Séptimo a Noveno semestre, nivel superior.
Anteriormente, colaboró como staff y participó en otros concursos al iniciar la universidad, pero en esta quinta edición de XPOCET presentó un prototipo bien establecido, demostrando así sus conocimientos y competitividad en el área. Además de recibir un estímulo económico y su respectivo reconocimiento Islas Vera tendrá la posibilidad de publicar su trabajo en la revista electrónica del Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica: IEEE Latin America Transactions, misma que se divulga en español y portugués.
Dicho prototipo es su proyecto de tesis, el cual lleva por nombre “Diseño, construcción e instrumentación de un robot hexápodo para exploración en zonas de desastre”. El alumno de Ingeniería en Mecatrónica indicó que se trata de un dispositivo con estructura similar a la de un arácnido.
“Como su estructura es variable de dimensiones, tiene un diámetro aproximado de 50 centímetros, pero se piensa sea lo más reducible posible para tener acceso en zonas pequeñas, porque una de sus principales ventajas es llegar a lugares donde otros robots con rodamientos u orugas no pueden”, destacó.
El robot se esbozó y construyó desde cero, las piezas fueron diseñadas y fabricadas por el estudiante, con ayuda de un Control Numérico por Computadora (CNC). Tiene seis extremidades, cada una con tres grados de libertad gracias al uso de tres servomotores en cada miembro, es decir, motores pequeños con un determinado rango de movimiento y precisión, que suman en total 18.
El robot dispone de una serie de rutinas y movimientos, los cuales son proporcionados por el operador a través de un control remoto para avanzar, retroceder y girar.
Su investigación se encuentra en una fase intermedia, ya que la estructura está terminada y puede moverse. Para perfeccionar el mecanismo y lograr una mejor fluidez del sistema motriz, así como su autonomía, a futuro se le colocarán sensores y sistemas de visión. “Lo siguiente es programar y darle sentidos al robot”, dijo.
Francisco Javier Islas Vera es originario de Hidalgo y confesó que su interés por los mecanismos, la electrónica y desarmar objetos en su casa, fueron los aspectos que lo motivaron a elegir su carrera, “estudiar Mecatrónica fue la mejor elección que tuve en la vida”, sonrió.
El prestigio de la BUAP atrajo al joven hidalguense, quien anteriormente estudió durante un año en otra institución y desde 2008 reside en Puebla. Le gusta pasear en bicicleta, estar con sus amigos y novia, así como programar y diseñar, “como me gusta la carrera no lo veo como trabajo, sino como hobbie”, expresó. Actualmente realiza prácticas profesionales en una empresa de integradores.
En un futuro desea establecer una empresa en colaboración con algunos compañeros, de hecho desarrolla un proyecto de innovación tecnológica enfocada al ciclismo de montaña.
Robot hexápodo
Islas Vera explicó que un robot hexápodo es aquel cuya estructura cuenta con seis extremidades, las cuales utiliza para su locomoción, sujetar o maniobrar herramientas u objetos. La mayoría están inspirados en formas biológicas existentes. Las ventajas de utilizar este sistema en comparación con robots con rodamientos, bípedos o cuadrúpedos, son mayor estabilidad en el movimiento, capacidad para modificar forma y tamaño, así como acceso a zonas irregulares.
El uso de robots para la exploración ha tomado gran auge en la sociedad, ya sea para la indagación de otros planetas, océanos, zonas de alto riesgo como minas o donde el humano pondría en riesgo su vida, tal es el caso de zonas de desastre.
Estos dispositivos aún no se comercializan, pero se desarrollan en importantes centros de investigación para fines específicos. Uno de ellos es creado por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio, mejor conocida como NASA, con un peso de tres a cuatro toneladas, cuya función es la exploración en otros planetas, señaló.