Diecisiete años después de los atentados que derribaron las Torres Gemelas de Nueva York, los restos humanos de más de mil 100 víctimas aún aguardan identificación. Pero en un laboratorio de Manhattan, un equipo prosigue incansablemente la tarea, con la ayuda de los últimos avances tecnológicos.
De lunes a domingo, sin descansos, el protocolo se repite decenas de veces.
Un fragmento de hueso hallado en el lugar de los ataques del 11 de septiembre de 2001 es cortado, reducido a polvo y luego mezclado con dos productos químicos que permiten exponer el ADN y luego extraerlo.
O al menos esta es la teoría, pero en la práctica el éxito no está garantizado.
A esta complejidad natural se agregan las condiciones a las cuales fue expuesto el fragmento el 11 de septiembre de 2001 y los días siguientes. El fuego, la humedad, las bacterias, la luz del sol, el combustible de los aviones que se estrellaron contra las torres del World Trade Center, “todo eso destruye el ADN”, según Desire.
Hasta ahora, mil 642 de las 2 mil 753 personas muertas en los ataques de Nueva York fueron formalmente identificadas, y mil 111 permanecen desaparecidas.
A veces el laboratorio pasa años sin lograr identificar un fragmento. Pero los investigadores forenses se niegan a darse por vencidos.
“Nuestro compromiso es el mismo hoy que en 2001”, asegura Desire. No quiere hablar de la inversión que requiere el programa, pero se trata del laboratorio con los mejores recursos y presupuesto de Norteamérica.
Con información de MVS