León, campeón del Apertura 2013

Milenio

América, esta vez no. En esta ocasión no hubo una noche mágica, una gesta heroica o una remontada apoteósica. No. Anoche el abarrotado Azteca estaba destinado para ser el escenario del resurgimiento de otro grande, de un equipo con prosapia que anduvo perdido por 20 años. Sí, hoy el León está de regreso con su sexto título de Liga.

 

Entre el viejo monarca y el nuevo solo hubo la diferencia global de un 5-1 contundente (3-1 anoche). En esta vida de sueños, a uno se le negó el bicampeonato y al otro se le permitió el resurgimiento. León goza y el América despide a su Piojo Herrera de la manera más triste.

LA HISTORIA

La diferencia entre el León y el América fue la contundencia. La Fiera la que tuvo la metió, mientras que las Águilas observaron cómo Narciso Mina echaba por la borda dos claras de gol. Aquí, la apuesta de Miguel Herrera falló claramente, porque él apostó en el partido decisivo por un delantero que no da garantías de nada y por lo mismo desde mediados de torneo ya había sido relegado a la banca.

Antes de que La Fiera concretara, el conjunto americanista tuvo la oportunidad de irse adelante en el marcador. Primero, con una gran jugada individual de Luis Mendoza –otra de las apuestas de Herrera en este juego-, quien se quitó con un recorte la marca de dos defensores, se enfiló y sacó un derechazo cruzado que se estrelló en el poste derecho de la portería de William Yarbrough.

Con una intensidad a tope América no soltaba la pelota y al minuto 12 tuvo otra clara de peligro, cuando Paul Aguilar llegó a línea de fondo y sirvió un centro medido a la ubicación de Mina, quien mostrando sus carencias sacó un remate suave y a la ubicación de Yarbrough.

Este yerro fue costoso para las Águilas, porque al siguiente minuto (13), León encontraría el gol en una descolgada. Carlos Peña tomó el balón y le puso un pase a Mauro Boselli, quien no tuvo problemas en superar al Maza Rodríguez, tal como pasó en toda esta serie, para sacar un disparo cruzado que se incrustó en las redes, paralizando por completo el corazón del Azteca. 3-0 global y la corona ya se pintaba de esmeralda.

Y es que este León es un equipo voraz, certero y contundente; intenso al ataque y con corazón en la defensa. Porque tiene elementos con las agallas suficientes para responder bajo la presión y la clara muestra fue el portero William Yarbrough que bajó la cortina de su marco y mató lentamente las esperanzas americanistas. Primero al 26′, en un disparo de Sambueza, después a Layún y por último un cabezazo franco del Maza Rodríguez.

Aunque hay que matizar que cuando el portero se veía superado, la ineficacia americanista le ayudaba, como la segunda gran falla de Mina, quien mandó a un lado un remate con la cabeza a pase de Mendoza.

Al América y al Azteca se les escapaba la vida conforme los minutos transcurrían y el medio tiempo se asomaba. Por eso fue una inyección de vitalidad aquel centro de Rubens Sambueza al minuto 42 que Ignacio González desvió con la cabeza y mandó a las redes. La esperanza, aunque lejana, aún se mantenía latente. Había una historia triunfal para el complemento, pero ésta sería para el León.

MUERE EL REY: VIVA EL REY

El orgullo y la esperanza del América lo volcaron al frente desde el reinicio del juego y Raúl Jiménez tuvo para adelantar a su equipo, pero entre la zaga y el portero evitaron que así fuera.

En esos instantes, León sacó otra vez las garras y en un tiro de esquina Nacho González lavó su error en el gol americanista, para darle la ventaja a su equipo con un certero remate con la cabeza que venció a Muñoz. Minuto 51 y la corona se transfería al Rey de la Selva.

Para sellar la tumba del antiguo monarca, uno de sus escuderos más confiables culminó su pavorosa actuación con la tarjeta roja: Francisco Javier Rodríguez por jalar a Britos como último hombre.

 

América lo intentó más con corazón que con futbol. Apelando a la memoria de su grandeza, pero enfrente, a diferencia de hace seis meses, estaba un equipo con el empaque de campeón. Sólido y congruente.

Todavía Narciso Mina tuvo una tercera oportunidad para darle un poco más de vida a los suyos, pero como era de esperarse falló. El Piojo Herrera ya no se la perdonó y lo sacó de inmediato por Rey. Las malas decisiones pueden costar campeonatos y eso ayer lo comprobó Miguel.

Lo que siguió fue el ascenso del nuevo monarca, que con la conciencia de saberse ganador, controló el juego a placer. Fue así que llegó el tercer tanto de la noche, ahora de Edwin Hernández, para enjaretar ya un humillante 5-1 global.

Al final, el Piojo Herrera se fue expulsado y sin el bicampeonato que buscaba. Tal vez hace algunos meses lo merecía, pero desde que su mente se dividió en dos por la selección mexicana le abrió la puerta a los demás, como fue este León: un equipo con historia, esclavizado hasta hace poco en el letargo de la ignominia, pero que en cualquier momento iba a volver a rugir. Hoy, con justicia es el nuevo campeón del futbol mexicano. Muere el rey; viva el rey.

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