Fabian Cuellar
Nuestras aportaciones al gasto público
Todos, absolutamente todos los mexicanos con excepción de algunos altos empresarios, contribuimos, aportamos dinero para que el gobierno cumpla con las obligaciones que tiene para con nosotros como sociedad. Los hay en diversos tipos, sobre diferentes servicios o productos, hasta el turista extranjero y tal vez, sin saber los paga.
A titulo de derechos o bien bajo el nombre de permisos, licencias de funcionamiento, impuestos y demás, se deben pagar, los existen bajo diferentes nombres, lo importante es la existencia de contribuciones, dado que es una obligación según lo establecido en la ley máxima, nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sino cree, en su próxima visita al súper mercado, papelería u otros comercios, vea su tiket de compra.
El motivo de estas aportaciones económicas, son el funcionamiento del gobierno sobre la sociedad. Sin embargo la historia y nuestra realidad actual nos dice otra cosa, pues el gasto público no es aplicado a los sectores de mayor importancia, ni a los que requieren urgencia, hay tantos problemas lastimosos para la sociedad, y tal pareciere que no se aporta ni un solo peso para resolver los diversos problemas sociales, en los hospitales públicos no hay medicamentos, no hay personal para atender a los pacientes, recordemos la mujer que dio a luz prácticamente en las puertas de un hospital, pues no la atendían, los cortes de agua potable, pues no hay dinero en algunas alcaldías para pagar el servicio a cargo de los órganos competentes.
De igual manera en otras instituciones públicas no hay personal que pueda brindar un servicio adecuado a la demanda de los ciudadanos, “se hace lo posible”, dicen, pero no nos confundamos, no veamos como el malo del cuento al funcionario de aproximación, es decir, el que tenemos de frente cuando visitamos alguna institución pública, el es una persona más trabajando al igual que nosotros, simple y sencillamente no deja el trabajo porque también tiene necesidades, si bien hay algunos cometiendo errores o evitando el desgaste, también hay, los que se esfuerzan por más de la cuenta y sin pago de horas extras, también trabajan con limitantes y bajo órdenes de otros. Redireccionemos la mirada, son en su mayoría los altos funcionario de elección popular quienes verdaderamente le pegan a la sociedad, sea por falta de información o bien por no ser de interés a su política.
El problema, radica en el malísimo manejo por parte de los gobernantes, políticos sentados en cómodas sillas toman pequeñas siestas, pues su trabajo es agotador, a tal grado y por poner un ejemplo, que ni el campesino cuya labor es de sol a sol y por unos cuantos pesos al día, se atreve a postularse a ocupar un lugar dentro de algún puesto de elección. En verdad, los personajes en las legislaturas locales o federales, en la silla local y mayor, son los primeros en arremeter contundentemente y sin dar la cara, por si fuera poco, contra el pueblo que dio su voto en virtud de elegirlos como sus representes y en atención a las propuestas de sus campañas. Leyes ilegitimas, que el pueblo no quiere, son aprobadas en obediencia de intereses particulares y de algunos pocos, en perjuicio de los muchos.
Formulemos una pregunta, cuando uno paga por un servicio, fuere el que fuere, si no nos satisface simplemente recurrimos a otra persona, recordemos, estamos pagando por dicho servicio, ahora pues la pregunta, Usted amigo lector ¿está a gusto con el servicio público que se nos brinda?, si su respuesta es no, debemos pensar en que hacemos día con día para cambiar la realidad en la que vivimos, si su respuesta es si, ojala pueda conservar su estatus social. No ignoremos los baches solo porque no estamos al volante, exijamos soluciones reales, en virtud de alcanzar el bien estar general.